lunes, 4 de abril de 2011

Implosión.

De entre todos los órganos de los marginales,
el corazón es el único que implota.

En la infancia,
es rojo, y grande- al grado de lo insano-
y palpita setenta veces por minuto
el nombre que lo deja marcado de por vida.

Una mañana,
frente al espejo,
-o frente al bambú-
se detiene.

El panda, hiberna.

No más suspiros,
su lugar
es ocupado por taquicardias.
Luego,
la epifanía llega.


El panda, guardará silencio
hasta el juicio final.

1 comentario: