cargamos bombas en los relojes de muñeca
levantamos ciudades en la nieve que jamás conoceremos
alertas y callados en los hospitales
y los auditorios; en los salones de escuelas isótopos
apenas alguien escucha nuestro nombre
en un árbol
el rostro
se esfuerza
y
¿acaso hemos caído?
nadie se pregunta
ese alarido pulmonar
lo sabemos
no estamos perdonados
no
llegarán
montadas
en los rieles
las noticias del hogar
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