lunes, 11 de abril de 2011

Melenas melanoleucas

El panda tiene gula y mucho amor en el pelaje. Por eso se alegra inmenso cuando viene la panda y lo erotiza. Se ponen a fornicar sobre el suelo: parecen un amasijo de galletas Oreo machucadas en un bosque de bambú. La panda le muerde el chamorro, pues ahí tiene el macho un bulto muy erógeno, mientras él utiliza su nariz para estimular el ombligo de la panda. Y así, uno hurgando el ombligo y la otra devastando el chamorro, ruedan entre los bambúes. Sus cuerpos galletosos se aman. Melano-leuco-melano, negro-blanco-negro, negro-blanco-negro, negro, negro, negro... blanco. Al final, un vaso de leche bronca es la mejor compañía para el bolo de los melanoleucos.

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